carta a los sueños
- entrevosyelcaos
- Nov 19, 2024
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Chilecito, La Rioja, 30 de agosto de 2020
Queridas amigas:
Hoy le quería dedicar una carta a los sueños, y si se las mando a ustedes es por el mismo motivo por el cual la escribo. Porque creo firmemente que los sueños se cumplen y porque me niego a pensar que hay cosas que no son posibles.
Quería contarles un poco más de mí y de la emoción que me genera poder embarcarme en un proyecto con ustedes. Cada vez que pienso en el lugar donde puede terminar este viaje que emprendimos (en un comienzo para ayudarnos, pero con el tiempo para disfrutarnos) no les exagero al decirles que se me infla el pecho y se me atiborran los ojos con lágrimas de pura y genuina alegría.
Desde que tengo memoria me embebo de historias, la tradición literaria fue una constante en casa y yo heredé un amor por los libros de mi padre que, junto con mi madre, supieron siempre fomentar. Hubo un día, no sé cuándo, pero hace mucho, que me di cuenta que hay alguien detrás de esas historias. Que alguien las escribía, y que, sean verdad o ficción, quedaban para siempre ya sea en el papel o en la mente de un niño como yo, que reía, lloraba y se deleitaba con ellas; y me fascine con la idea de llegar a eso en la gente, que la gente lloré, ría y se deleite con lo que podía contar. Me enamoré de la idea de que la gente sienta. Al día de hoy sigo enamorado.
Empecé a escribir y no me costó mucho darme cuenta que, escribiendo, las heridas cicatrizan y el corazón se aliviana. Ciertamente las artes sanan, pero no lo crees hasta que lo haces. Escribir llega a curar lo que ningún fármaco puede.
Entre peripecias del destino fueron llegando ustedes. Cada una a estimular un poco más el impulso que me daba mi familia. Fueron, son y serán un apoyo fundamental en mi vida literaria. A pesar del miedo que podía profesar el introducirme en un grupo completamente diferente
al que estaba acostumbrado ustedes supieron cobijarme para que me sienta cómodo. Y llegaron los encuentros.
Hablamos durante las reuniones de todo lo bien que nos hace juntarnos, el entendimiento que podemos ofrecernos mutuamente. Hablamos mucho, de muchas cosas, con muchas opiniones. Abrimos el alma cada vez que nos regalamos nuestros escritos. Aprendimos a escucharnos y logramos llevar adelante una gran adaptación y reestructuración de las juntadas presenciales al mundo de la virtualidad, para muchas de ustedes completamente nuevo. Y por todo esto, solo queda agradecerles por todo lo bien que me hacen. Como en algún momento se dijo entre charlas, juntos hacemos una perfecta simbiosis entre componentes experimentados y novedosos.
Y acá llega el punto que quería tocar. Acá se empiezan a tejer las realidades, que hoy vivimos, con mis sueños y esperanzas.
Porque, cuando era un niño, soñaba con que un montón de páginas con tapa sea un libro con mi nombre, y porque hoy me doy cuenta que con ustedes al lado un libro es mucho más que páginas con tapa, con ustedes la idea de un libro es mucho mejor. Porque su experiencia y sabiduría se mezcla con mis sueños y mi frescura. Porque sé que compartimos la misma pasión y confiamos en que podemos hacerlo.
Porque sabemos todas las trabas que, por fuera, existen. Porque en este proyecto estamos nosotros. Ocho chileciteños de cuna diaguita. Y ahora entiendo a mi abuelo cuando hablaba de “la india sangre de mi raza”, que brota caliente y a gritos con cada paso que damos persiguiendo nuestros sueños. Espero que cuando el miedo aflore lo sorteemos y que ningún impedimento, ya sea material o espiritual, nos logre frenar. Nosotros podemos superar todos los obstáculos, como históricamente lo ha hecho nuestro pueblo. Que si alguno de nosotros necesita fuerza tenemos siete pares de hombros para que las retome y así seguir empujando.
Volemos alto.
Porque me niego firmemente a pensar que solo se puede volar por minutos, a baja altura, o que, con ser el ave más grande en tierra, nos contentemos y no dominemos el cielo. Porqué sé que el cóndor existe, desplegando sus alas por kilómetros cual manto, y porque quiero que salga de extinción. Volemos, soñemos, aspiremos a llegar alto, a tocar el cielo, a hacer lo que nos gusta, lo que nos apasiona, lo que nos convoca cada viernes a las cinco de la tarde para disfrutarnos mutuamente.
Cada uno tiene algo enorme para dar.
Sé que por ahí algunas de mis ideas suenan descabelladas, pero ya rompimos muchos esquemas que nadie hubiese imaginado que los romperíamos. Rompamos más. Demostremos que la literatura sirve, no solo a nosotros, al mundo. Queremos un lugar con poesía y lectura en los jóvenes, entonces lo gestemos; lleguemos a las escuelas, lleguemos hasta los más chicos y hasta los más longevos.
Me niego a renunciar a mis sueños o a conformarme con que estos estén al ras del suelo, y sé que ustedes también.
Pueden decirme, y decirnos, que es naif, pero eso no cambiará jamás mis sueños, ni tampoco los suyos. Nos impulsemos una vez más, con la mayor fuerza posible, y soñemos alto. Que juntos, queridas amigas. Podemos sacar nuestro arte de la extinción.
Les pido, con esta carta a los sueños, que me ayuden a cumplir los míos.
--Anónimo
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